Se dice que Cleopatra, una gran maestra de
la escenografía, hacía lamer a sus amantes una fina pasta de miel y almendras
que se untaba en el sexo. No parece una mala idea! Aunque evidentemente siempre
y cuando el amante sea un amante del dulce muy dulce……
También dicen que se daba largos baños de leche de burra y miel para exfoliar y nutrir su piel.
Son muchas las historias y leyendas sobre
Cleopatra y sus artes de seducción. Cleopatra conquistaba más que por su
belleza, por su inteligencia, sus dotes para la conversación y sus
espectaculares puestas en escena. Para presentarse ante César, hizo que dos
esclavos llevaran un alfombra enrollada en la que estaba oculta, y para conocer
a Marco Antonio, decidió mostrarse vestida lujosamente y espolvoreada de oro en
un barco de velas color púrpura y remos de plata.
Cleopatra conquistaba a sus amantes con su
encanto y con refinados regalos entre los que por supuesto, se encontraban las
cenas y los banquetes más lujosos. Se
dice que Cleopatra consumía perlas en los banquetes, el historiador Plinio el
Viejo narró en su Historia Natural que la reina apostó con Marco Antonio que
podía tomar en una comida diez millones de sextercios. Al día siguiente,
después de la lujosa cena, se dispuso a tomar el postre: ordenó a sus
sirvientes que trajeran un vaso de vinagre y disolvió en el líquido una de las
dos grandes perlas que poseía, las mayores jamás vistas en la antigüedad. No
hubo necesidad de que disolviera la segunda para que el árbitro de la apuesta,
el cónsul romano Lucius Munatius Plancus la declarara vencedora de la apuesta.
La miel, oro líquido o néctar de Afrodita,
es un ambarino regalo de la naturaleza que depende del trabajo de las abejas
obreras y del tipo de flores que hayan libado.
La fama afrodisíaca de la miel es muy
antigua y se basa tanto en su aroma y sabor como en sus propiedades nutritivas:
alto contenido en vitaminas A, B y C y una mínima proporción de minerales como
calcio, potasio, magnesio, fósforo, azufre y yodo. El secreto de las
propiedades medicinales de la miel está en los procesos a los que someten el
néctar floral las abejas obreras. Estos insectos lo almacenan en un segundo
estómago, “el estómago de miel” dónde lo digieren y lo transforman por procesos
químicos y por la acción de bacterias.
La miel es sedante, antibiótica y
cicatrizante. Sus propiedades medicinales ya eran conocidas por diversos
pueblos de la Antigüedad, entre ellos, los mayas, egipcios, hindúes, chinos y
árabes. El médico árabe Avicena (908-1037) describió la miel en su libro Cánones de la medicina como una auténtica
panacea para la salud:” Es útil en caso de exceso de mucus y fortifica el alma,
eleva el ánimo, favorece la digestión y la eructación, abre el apetito,
conserva eterna la juventud, refuerza las capacidades de memorización y
reconstituye los recuerdos de las cosas pasadas, agudiza el ejercicio, destraba
la lengua”
La hidromiel, bebida fermentada a base de
miel, tuvo una gran popularidad en la Antigüedad. Es anterior al vino y
probablemente a la cerveza. En Europa fue consumida de forma habitual por
griegos, celtas, sajones y los pueblos bárbaros del norte. La miel ha formado
parte históricamente de muchos hechizos, pócimas y recetas para atraer y
conseguir el amor o consolidar una relación.
Miel de abejas: Es un alimento producido
por las abejas para su subsistencia. En su composición hay fructosa y glucosa.
También contiene ácidos orgánicos, ácido fórmico, enzimas e inhibinas. La
presencia de ácido fórmico y las inhibinas, pueden explicar su empleo popular
en las infecciones, como antiséptico. No obstante muchas de estas propiedades
se pierden cuando la miel se extrae por un proceso de presión con calor (no
ocurre cuando se extrae por centrifugación), además, en algunos casos se
calienta a 80 grados para hacer la miel más fluida y que no cristalice.
Receta de hidromiel
Ingredientes:
- 2 claras de huevo
- 1 cucharada de levadura de cerveza
- 2,5 Kg de miel
- 13,5L de agua
- 1 cucharada de canela
- 3 clavos
- 1 cucharada de raíz de jengibre
- 1 cucharadita de anís estrellado
Receta:
Bate ligeramente las claras de huevo.
Ponlas a hervir en una olla grande junto a la miel, el agua y las especias.
Remueve frecuentemente hasta que empiece a hervir. Mantén la mezcla a fuego
mínimo durante una hora. Deja que se enfríe a unos 37 grados C, filtrarla y
vértela en un recipiente. Añade la levadura. Tapa y deja fermentar. Cuando
cese la fermentación, vierte el líquido en garrafas, tápalas y ponlas a reposar
durante 9 meses. Cuando haya pasado el tiempo, traslada el líquido a diferentes
botellas de cristal y ciérralas herméticamente. Esta bebida puede durar meses
incluso años en perfectas condiciones.