domingo, 31 de agosto de 2014

Ajo, Allium sativum L., el guardián del corazón

El ajo ocupaba ya un destacado lugar en la alimentación de los egipcios y los hebreos. Los egipcios lo elevaron incluso, al rango de divinidad.
Sus propiedades antisépticas fueron las primeras en utilizarse contra un gran número de males, entre los que destacan la peste y el cólera.

Propiedades
El hecho de que sus virtudes terapéuticas desaparezcan tras el cocinado hace necesario su consumo en estado fresco, cortado a finas láminas o en forma de polvo total molido.
 El ajo disminuye la agregación plaquetaria y aumenta sensiblemente la actividad fibrinolítica. Estos dos efectos conjugados le confieren propiedades antitrombóticas. Gracias a su actividad hipolipemiante e hipocolesterolemiante, previene igualmente la arteriosclerosis y los accidentes vasculares asociados a la misma.
Por lo tanto, el ajo contribuye a mejorar la circulación sanguínea y de ahí su acción beneficiosa sobre la hipertensión arterial.  También ayuda a mantener los niveles normales de colesterol. En trabajos recientes se ha demostrado que no sólo es bacteriostático, sino que también es antifúngico y un buen desinfectante intestinal.
Las propiedades del ajo se deben a unas sustancias de naturaleza azufrada, la aliína y el ajoeno, todo y que la molécula más activa es la aliína, y es ésta a la que siempre se hace referencia.

Principales indicaciones
  • Rebaja los lípidos sanguíneos
  • Fluidifica la sangre (evita trombosis)
  • Actúa como antimicrobiano de amplio espectro
  • Elimina los parásitos intestinales
  • Ayuda a reducir las inflamaciones de las articulaciones

Precauciones
Debido a su acción antiagregante plaquetaria, se aconseja tomar con precaución en casos de hemorragias activas, pre y post operatorios o tratamientos con fármacos anticoagulantes.
Embarazo y lactancia: no se han descrito.






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